La seguridad y la prevención de riesgos en el depósito

Cuando planteamos la estructuración de un depósito es muy importante tener en cuenta la instalación de los elementos de seguridad ya que es una materia de extrema importancia. Aunque cada depósito es diferente, hay que tener en cuenta que las actividades que se llevan a cabo en este tipo de plantas conllevan un alto índice de riesgo que es preciso evitar a toda costa.

Cada país, cada provincia e incluso cada municipio, puede tener normas específicas en lo relativo a los incendios o la seguridad y el proyectista las ha de tener en cuenta y aplicarlas en todo momento. Así se evitarán problemas posteriores tanto por las eventuales situaciones que puedan producirse, como por las consecuencias administrativas y legales derivadas de su incumplimiento. 

 

El riesgo de incendio

Existen numerosas normas de edificación y de seguridad redactadas por expertos que tratan ampliamente las cuestiones relativas a los incendios, cómo se inician y se propagan o de qué manera se detectan y se extinguen. Se trata de aspectos muy complejos que escapan de los objetivos de este manual. Aquí solo se pretende facilitar una guía de consejos que se deben seguir para reducir el riesgo y limitar las consecuencias de un posible incidente.


La extinción de un incendio por medios manuales puede ser extremadamente difícil, por no decir imposible en las instalaciones de almacenaje modernas en las se utilizan pasillos muy angostos con estructuras cuya altura se sitúa usualmente entre los 10 y 20 m (y todavía es más complicado en aquellas estructuras que llegan a superar los 20 m). Pero incluso en depósitos con estanterías de tan solo 4 o 5 m de altura, ya es recomendable la instalación de rociadores contraincendios integrados (sprinklers), en lugar de depender solamente de equipos montados en el techo del depósito, como suele ser lo habitual. Recurrir a la experiencia de un experto en protección contra el fuego debe formar parte del diseño de un depósito.

La seguridad contra el fuego debe ser, por lo tanto, una cuestión de primera importancia en el proyecto de una instalación. Dejar su diseño para el final, puede traer como consecuencia que el depósito no sea un lugar seguro o que el proyecto tenga que ser ampliamente modificado e incluso, que no se pueda llevar a cabo. Por ejemplo, los medios utilizados para facilitar la salida del personal en caso de un suceso, pueden influir en el diseño de los espacios y hasta en la elección de los medios de manutención.

En circunstancias normales, la descripción del centro debe incluir dispositivos para la detección (llamas, color o humo) y aparatos automáticos o semiautomáticos para la extinción (por agua, por espuma o por gas). Hay que considerar el humo no solamente como un riesgo de incendio, sino también como un peligro para la salud del personal y para los materiales almacenados.

Sistema automático de extinción de incendio

Estanterías con sistema de extinción de incendios

La posible interferencia teórica con los medios de manutención puede afectar a la disposición de las estanterías, su altura, su carga y a la forma de las máquinas. La minimización de los riesgos debe de ser una de las preocupaciones prioritarias del diseñador del almacén para crear un entorno seguro.

 

Sistemas de previsión de incendios en la instalación

La prevención de un incendio consiste, básicamente, en la reducción de las situaciones que pueden provocarlo, es decir, los riesgos.

 

¿Qué podemos hacer para evitar los incendios?

Lo primero que se debe evitar, en la medida de lo posible, es el almacenamiento de productos inflamables o combustibles. En el caso de que no se pueda evitar, se deben proteger estos materiales contra el riesgo que puede suponer la proximidad de fumadores, las instalaciones eléctricas defectuosas y las posibles actividades auxiliares –asociadas normalmente a los equipos de mantenimiento–, como las soldaduras, por ejemplo.

Se ha de tener en cuenta, además, que los productos contenidos en un depósito suelen transpirar al ser productos de baja combustibilidad, envueltos o embalados en cartones de fácil ignición. De hecho, es frecuente encontrar embalajes de cartón que, por razones de costes, no han sido tratados contra el fuego. Además, la mercadería suele estar apilada sobre pallets de madera que también son proclives a arder y que tampoco se tratan contra esta circunstancia dada su naturaleza itinerante.

 

Pallet de madera tipo europeo

Ejemplo de pallet de madera

Estos condicionantes reflejan el grado de compromiso que hay que asumir para adoptar el criterio más apropiado en cada negocio y un examen detallado de estos factores puede proporcionar ciertos beneficios para la reducción de riesgos. Los cartones, por ejemplo, pueden estar etiquetados, sellados o envueltos para fines publicitarios o de distribución, con materiales que producen una gran cantidad de humo o gases tóxicos. Además, pueden constituir, por sí mismos, un material inflamable cuando se queman. Este problema puede ser evitado, en muchos casos, con la simple utilización de cajas de plástico, incluso de peor calidad que las de cartón, pero que pueden cumplir el mismo servicio.

Otro ejemplo de cómo se han de tener en cuenta todos los detalles: las piezas metálicas sueltas introducidas en contenedores metálicos pueden ser un producto de alto riesgo ya que es posible que se formen residuos de aceite en el fondo del contenedor. Por eso, en el diseño de la operativa y del depósito, se ha de establecer un sistema de inspección y limpieza de esos elementos antes de ser incluidos en el sistema.

Por otra parte, el plástico retráctil usado para envolver pallets las convierte en más fácilmente inflamables, aunque su principal contribución al riesgo de incendio se debe a la propagación del mismo y no a su inicio. Por eso, una carga de latas de líquido inflamable cubiertas por un plástico retráctil están mejor protegidas contra el fuego que si no llevasen esa protección. En caso de incendio, el propio plástico actúa como barrera contra el calentamiento de la mercadería, retrasando su punto de ignición y, por lo tanto, el instante en que pudieran arder.

Por otro lado, un embalaje de cartón actúa como una pantalla frente al agua, en caso de incendio. Sin embargo, cuando el calor aumenta, el plástico retráctil se convierte en un material seco para el fuego.

A pesar de tener todas estas cuestiones en cuenta y observar la normativa al respecto, es inevitable la existencia de un determinado riesgo de incendio en un depósito. Por lo tanto, es preciso asumirlo y tomar las medidas necesarias para reducir las consecuencias del mismo, tanto las causadas por el fuego, como las producidas por el humo, el calor e incluso, muy frecuentemente, por el agua empleada en su extinción.

Una solución que se puede adoptar en depósito de gran volumen, o en aquellos en los que se deba aislar mercadería de alto riesgo, es su división en compartimentos con mamparas resistentes al fuego.

Otra buena razón para dividir el depósito en compartimentos puede ser la existencia de una determinada proporción de mercadería de alto valor que podrían dañarse si se apagan con agua y que, sin embargo, no se deterioran si se apagan con espuma o gas (sistemas que pueden ser adecuados para actuar en pequeños volúmenes y para determinados tipos de fuego y de materiales).

La utilización de mamparas contra incendios puede implicar la necesidad de instalar puertas ignífugas para el paso de vehículos, así como cintas transportadoras, personal, etc. Además, es posible que, por este motivo, haya que contar con autoelevadores retráctiles para puedan pasar por estas puertas.

La tendencia actual es la de dividir los depóstios de gran volumen, por lo que se suelen compartimentar. En ocasiones, se construyen edificios independientes y se unen entre sí por medio de vehículos de guiado automático. Un sistema así tiene un alto coste de inversión que debe ser estudiado en el contexto de la estrategia empresarial de la actividad correspondiente.

 

Extinción de incendios en las propias estanterías mediante rociadores

Las estanterías de un depósito, incluso si en este se ha minimizado el riesgo de incendio, deberían estar equipadas con un sistema integral de detección y extinción. Esto se aplica a todas ellas, ya sean fijas o móviles. Para estas últimas existen sistemas articulados de suministro de agua que hoy están muy desarrollados.

Normalmente, las bocas de suministro de agua están situadas en la parte baja del edificio, teniendo que llevar el líquido hasta unos rociadores contraincendios –conocidos como sprinklers– situados en las estanterías.

El número de sprinklers que se han de instalar y su posición en cada uno de los niveles del depósito se determinará en función del grado del riesgo de la instalación en particular y de lo que pueda suceder en cada uno de los niveles de la misma. Los rociadores tienen que estar estratégicamente colocados de forma que puedan realizar su labor sin ningún impedimento.

En muchos casos será suficiente con instalar rociadores de agua solo en el techo, dependiendo de la altura del edificio y de la resistencia al fuego de los productos almacenados.

En cualquier caso, tanto para la instalación de los rociadores como, en general, para todo lo relacionado con estas cuestiones de seguridad se recomienda contar con el apoyo, conocimiento y experiencia de una empresa especializada en materia de seguridad, ya que las características de cada depósito, de sus instalaciones y su contenido pueden hacer variar sensiblemente las recomendaciones que aquí se han apuntado.

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